liberamos (nuestros) Fanzines

 

Liberamos el primero de nuestros fanzines para que comience un recorrido imprevisible.

Al igual que cuando lo hicimos en físico, creemos importante volver a la difusión desde la compañía y la accesibilidad. Hacer fácil el encuentro. Con las semanas estaremos liberando el resto de fanzines que hemos publicado. 

Le deseamos mucha comprensión y calidez a cada sistema operativo en que sean recibidos.

Mamacita (2017) es el primer poemario de Melina Valdelomar. Ilustrado por Mariana Urbina. Estos poemas logran entretejer el peso de la violencia, la fermentación de la maternidad y las maneras en que el lenguaje fue (y es) insuficiente.

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Melina es administradora de empresas, librera, madre y otro montón de cosas explicables (o quizás solo con el lenguaje secreto de los emojis). En el 2019 publicó su segundo libro La salpi y otras crónicas femeninas. También formó parte del fanzine colective Niña Triste 2 (2018).

Para descargar Mamacita digital click acá.

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María y Meche

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Mi primer encuentro con los sets de María y Meche fue en el ático del bar CASA, lugar bastante pequeño e incluso algo inapropiado como pista de baile, aunque no carente de cierto encanto. Me llamó “poderosamente la atención” como diría algún cronista de pacotilla, que entre las canciones del set de Meche sonó “Viene Riquitiqu (de Pérez Zeledón)” del algo olvidado dúo Rikitiki & Merendeque, una broma pipi de la década de los 2000s. No detecté eso sí, la ironía algo rancia de la gente de mi generación, sino más bien un desparpajo refrescante. En el caso de María, ya la seguía por twitter y se me ocurrió pedirle que pusiera música en la fiesta de cierre de un errático podcast que hago esporádicamente con un amigo. Los estilos son diferentes pero se complementan bien, Meche quizás algo más gamberra y fiestera, María metiéndose en estilos más tradicionales de la electrónica bailable, el techno, el house y demás variantes. Por primera vez en mucho tiempo pensé que las fiestas en las que tocaban, a pesar de mi avanzada edad, podían considerarse algo así como imperdibles, más aún en el raquítico panorama de nuestra vida nocturna. 

Además, no puede olvidarse que todo el asunto de “ser DJ”, signifique lo que eso signifique hoy en día, lamentablemente se ha rodeado de cierto aire de solemnidad que poco tiene que ver con el espíritu más bien hedonista en el que toda esa cultura se desarrolló (en ambientes “marginales” además, en comunidades latinas, afro, LGTBQ+). Como parte de la sobre especialización, muchas de las ideas asociadas a “ser DJ” terminan siendo ideas asociadas a la técnica: sets inmaculados sin el más mínimo error, purismo respecto al vinilo y horror ante el uso del botón SYNC o cualquier herramienta digital que permita hacer con asombrosa facilidad lo que antes implicaba un largo aprendizaje. Esto no quiere decir que María y Meche carezcan de interés por la técnica o por toda la serie de habilidades y trucos desarrollados en casi medio siglo de música de baile, pero hay cierta irreverencia juvenil que le saca la lengua a la idea del DJ como varón nerd, un acumulador obsesivo de arcanos conocimientos musicales de los que se considera guardián. 

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Estamos en tiempos además, en donde lo genuinamente popular y rentable se asocia, en el caso de la electrónica mainstream, a subgéneros clásicos como el trance y sobre todo a esa cosa que nadie sabe exactamente qué es llamada tech-house, un sonido blando, prístino y absolutamente olvidable. El otro costado, por supuesto, es lo que me gusta llamar “la hegemonía del perreo”, algo que no necesita explicación, es el sonido global en 2020. Sin necesidad de caer en el hermetismo o la pedantería, María y Meche se alejan de esas dos vertientes, aunque en sus sets pueda aparecer el dembow más intenso, el pulso inconfundible de la cumbia y hasta techno embrutecedor (aderezado en el caso de Meche, con algunos hits de t.A.T.u., Britney Spears y Evanescense). 

 
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Es una sensibilidad que no le rehuye a la diversión y a la espontaneidad, sin el idealismo casi mesiánico y ya lejano de los ravers pero evitando la resignación de muchas noches en San José, musicalizadas con una repetitiva lista de canciones secuenciadas para incitar la compra de birras. El anti purismo asociado a hacer lo contrario de eso siempre lleva a malentendidos y algunas veces a reacciones hostiles de un público que solo quiere escuchar los “éxitos del momento”. Pero quizás lo que hacen María y Meche esté destinado a pequeños lugares, en donde uno se topa a gente que ha visto por años sin necesariamente hablarles, ese tipo de familiaridades que se construyen en las ciudades pequeñas, a veces un poco sofocantes, un poco campechanas. Y en un futuro en el que es incierta la posibilidad de estar sudando junto a otros humanos en un reducido espacio, escuchando música, al menos se agradecen ese tipo de recuerdos musicalizados con sets hiperactivos y jubilosos.

por Marvin Coto

Recetas Les Biagans

 

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Por Jas Selva,

ilustrada por Christie Salazar

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Mi exnovia me hacía muchas recetas que le había enseñado su exnovia, que es una cocinera increíble. Ahora mi ex también comparte recetas que aprendió de mí, ya también su ex. Y yo comparto recetas de la ex de mi ex y de mi ex. Así es, esta es una de esas recetas que ha sido heredada de novia a novia. No al pie de la letra porque yo todas las recetas las manoseo y deseo que me las manoseen. -guiño-

La verdad es que esta receta siempre la hago, como la mayoría de las recetas, a puro bateo. No tengo medidas ni cantidades, así que busqué una receta en internet y la cambié toda porque me di cuenta de que yo haría todo al revés. Entonces esta receta es un intento de recordar cómo la hacía mi ex, cómo la he hecho en el pasado, más una receta aleatoria de internet, más intentar imaginarme paso a paso cómo la haría si la estuviera haciendo en este momento sin estar realmente haciéndola. Esa es también, una descripción de mi estado emocional y afectivo actual. - encoge hombros- Suena poco confiable, lo sé, pero tengo alguna certeza de que todo saldrá bien. Lo que sea que eso signifique...

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En fin, si no les gusta cómo queda, tenemos que aceptar que las cosas no siempre salen como las imaginamos y seguir adelante.

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Ingredientes: 

Spaghetti o cualquier tipo de pasta.
1/2 cup (90 g) de lentejas remojadas al menos 4 horas.
1 T de caldo de verdura o agua.
1 cdta aceite de oliva.
1 T. hongos picados (opcional).
1 cebolla mediana picada.
4 dientes de ajo picados.
1/4 T zanahoria rallada.
4 hojitas de orégano fresco.
3 hojas de albahaca fresca.
1 ramita de tomillo.
4 tomates grandes picados.
1 cdta de sal.
1 cdta de pimienta.
1/4 T. vino rojo. 

●●●Procedimiento: En una olla mediana, poner a saltear la cebolla y el ajo en el aceite de oliva. Cuando la cebolla ya está un poco transparente, agregar la zanahoria y los hongos y cocinar un par de minutos a fuego medio. Luego agregar el tomate. Hay que dejar que el tomate se deshaga un poco moviendo constantemente. Agregar los olores: oregano, tomillo, albahaca, pimienta y la sal. Echar las lentejas y seguir mezclando otro par de minutos. Verter el caldo de verdura y cubrir la olla. Deje que se cocinen las lentejas revisando el nivel de líquido y revolviendo ocasionalmente durante unos 10 minutos. Si se secan mucho, agregue agua. Luego echar el vino, cubrir de nuevo y bajar el fuego hasta que las lentejas estén bien cocinadas. Cuando ya estén suaves, quitar del fuego y dejarlas reposar unos minutos. Mientras tanto, hacer la pasta como indique el paquete. Sirva la salsa sobre la pasta recién hecha con un chorrito de aceite de oliva y algunas hojas de albahaca.

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Leer a Melina

En diciembre presentamos la segunda publicación de Melina Valdelomar, un gran regalito que nos hace a la editorial y a todes aquelles que disfrutan de que sabiendo por lo que pasan les demás es una forma muy dulcita que tenemos de aprender lo que nos sana(rá).

Paula Piedra y Alejandra Marín dieron su perspectiva sobre Meli, las crónicas femeninas y lo que sabemos y no sobre el futuro de todes nosotres.

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