Este microclima no trata de personas con las que hemos trabajado, sino sobre personas y proyectos que nos permitieron trabajar a nosotres y a quienes nos orbitan cerquita pero allacito.
Kasandra, liderada por Jorge Jiménez, es una revista que se editó durante diez años, dejando la huella saboreable de una colectividad que se percibe bajo la paranormal caricia de la derecha. Es decir, los noventas.
Sigue circulando hasta al día de hoy, cuando la derecha es solo la ola que se extiende desde un extremo de nuestro cuerpo al otro (y de vuelta).
Quizás circuló más cuando dejó las librerías y las presentaciones y se catalizó el gesto de la herencia como objeto. Circulando a través de personas que vivieron esos años y ahora heredan a otres los últimos artefactos de esa época.
Muchísimas personas que formaron parte de su consejo o de sus páginas terminaron llevando el rumor de esa cultura a sus herederos actuales, personas dispuestas a escuchar por qué nuestres amigues acabaron donde acabaron. Qué derrotas tuvieron que cargar, qué insultos no ignoraron.
La mirada larga de Kasandra se proyectó a través de trece números, cambiando formatos como lentes en un microscopio. Sobreviviendo. Dejando su forma física. Convirtiéndose en herencia. Germinando.