Emily Nagoski me enseña sobre sexo (una reseña de Come as you are)

Cuando el editor de este espacio me escribió diciéndome que tenía un libro que necesitaba que yo leyera miré de reojo la pila de 4 libros que han llegado a mi aparta bajo la misma premisa. “Pero este ocupo que se lo lea en serio y como para ya” - contiuó su siguiente mensaje.

Acepté y, más tarde ese día, retorciéndoseme las entrañas rompí mi aislamiento voluntario y esperé frente al portón de mi casa a que el muchacho de Glovo llegara. Eran las tres pm, pero parecía ser un poco más tarde, como un miércoles cualquiera del siguiente mes.

“Ok, ok, mándelo” - respondí - “¿Cómo se llama?”

“Come as you are” - dijo mi celular

“¿Es una biografía de Nirvana o algo así? Porque safo entonces” - respondí entre afectada y ofendida.

“No, no, come como en cum, de venirse. Es sobre sexualidad femenina y salud sexual en general. Está chiva, lléguele” - dijo Juanjo con un intermedio de emojis entre la segunda y tercera línea.

“emoji de luna llena con carita” - respondí.

No llovió, entrando al aparta luego de que el Glovo y yo no nos tocáramos ni con la mirada, cuento los días que faltan para que mayo llegue, como si mayo fuera maya para lluvia.

Come as you are de Emily Nagoski no es el primer libro que leo sobre sexualidad femenina y normalización de las dinámicas que ocurren desde la perspectiva/sensibilidad femenina. No obstante me cae como un balde de agua fría la idea de que como especie debamos generar escuadrones de libros que logren “normalizar” la sexualidad desde la mujer. Tampoco es como que no entiendo la necesidad de esta labor, primeramente porque el libro casi que abre diciendo que es trans-excluyente, solo por el hecho de no contar con suficiente estudio como para establecer paralelos efectivos con la sí estudiada sexualidad hetero cis. Así que es comprensible que hayamos de innovar en las vías que tenemos para explicarnos y enseñarnos cómo otres viven la sexualidad y que logremos reconocer que esos otres no solo son distintos a nosotres por una fisiología u orientación sexual que varía de la nuestra, si no que dentro de nuestros grupos de individuos similares, la sola experiencia personal hará posible que en circunstancias estemos diametralmente opuestos a pares aparentemente uniformes nuestros en términos de fisiología y/o orientación sexual. Entonces el reconocer una urgencia que escoce me arroja con gran voluntad y decisión a realizar una especie de disección del libro de Emily Nagoski.


Introducción

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No sé si hace falta (o es mandatorio) describir la portada del libro, donde además del título un subtítulo acompaña y dice “La sorprendente nueva ciencia que va a trasformar su vida sexual”. El fondo de la portada es color rosado con un pequeño zipper abierto en el medio, que semeja una vagina.

Bueno, en realidad lo que semeja es una vulva, algo de lo primero que uno aprende o se reenfuerza al leer el libro. La vagina habla de utero y órganos reproductivos, la vulva habla de los genitales femeninos. Algo más que se aprende de las primeras páginas es que la vulva antes de llevar este nombre, en la edad media, se le conocía como pudere proveniente de pudor y vergonzoso. Una denominación proveniente de una muy básica interpretación naturalista poética de que los genitales de las mujeres están ocultos, tienen labios que los resguardan. En contraste los genitales del hombre están expuestos, dirigidos hacia el frente, a la vista de todes. Me genera un gran desgaste tener que interiorizar las generaciones de generaciones de humanos empecinados en dificultar, entorpecer y oscurecer los procesos que hoy reconocemos con una gran naturalidad. O bueno, por lo menos ahora tenemos evidencia y testimonios, gracias a personas, hombres y mujeres, que lo viven así y que además hay otro gran grupo, como nosotres, viendo la tranquilidad y plenitud con la que incurren en ese comportamiento (el “sexual”) como algo que admirar y a lo que aspirar como individuos y cultura.

Algo de lo que más me ha impactado del libro es el insistente y atinado mantra que apela a que reconozcamos que ninguno de nuestros cuerpos está mal, que contamos con las mismas partes que prácticamente el resto de la humanidad y que son bellas así como son adecuadas y dignas de muchísimo afecto de nuestra parte (inicialmente) y de todes aquelles con quienes compartamos momentos de intimidad física.

Con el párrafo anterior podríamos acabar la reseña del libro, creo que es lo más importante que comunica y no soy solo yo la que lo piensa, la autora hace un gran esfuerzo por encontrar experiencias de sus amigas, alumnas, conocidas, desconocidas, para mostrar un paisaje uniforme en el que todas las mujeres comparten con alguna otra (¡o muchas!) la sensación de inadecuación de su cuerpo o de su mente para desarrollar una sexualidad sana y satisfactoria. Pero bueno, me dijeron que le “diera con ganas” y no me estresara si empezaba a alargarse mucho el texto.

Me voy a tomar tan en serio la recomendación de dejar el texto alargarse lo que requiera que lo plantearé por partes, no más de 4, espero. Esta, la primera, quiero acabarla con lo más básico o por lo menos con lo más introductorio. Hemos generado un sentido peyorativo alrededor de la palabra básico, como si por estar al inicio fuera menos. Yo más bien quiero reinvindicar la importancia de lo básico, de pasar colectivamente por una serie de fundamentos, evitando ojalá la realidad que nos dicen los memes y que nos hacen a nosotras, hoy día en nuestros veintes y treintas, preguntarnos seriamente si la gran mayoría de hombres no saben del clítoris o el otro lado de esa moneda de ignorancia y pudor, como señala Emily Nagoski, la gran mayoría de mujeres mayores de 40 no sabe dónde está su clítoris ni sabe cómo se ve su vulva. Entonces dejo acá unas ilustraciones que utiliza el libro para distinguir dos aspectos clave sobre nuestra sexualidad desde la fisiología: de dónde proviene todo, tanto para mujeres como para hombres.

Quiero compartirles una actividad, parte de las metáforas atinadísimas de Emily: nuestra sexualidad es un jardín en el que otres plantan hasta que nosotres tomamos el control y decidimos qué va dónde y por cuánto tiempo lo dejaremos crecer. Anotemos junto a cada sección qué fue aquello que otres nos plantaron y qué es aquello que nosotres nos queremos plantar.

Texto por Fabiola JM
Ilustraciones por Lini

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