SER MUJER Y UNA SERIE DE EVENTOS DESAFORTUNADOS

por Verónica Blanco
ilustración por Ariel Bertarioni

Evento 1

Llegar a mi destino

Nunca se me va a olvidar que una señora me dijo que las mujeres de muslos anchos teníamos que evitar usar ropa muy corta porque nos veíamos muy vulgares. Al tiempo un mae a mis 15 años me grito desde un camión que me iba a hacer un bonsai entre las patas, hasta muchos años después lo entendí, o eso creo.

Llegué a vivir a San José a mis 17 años. Una vez viajaba en el bus de Sabanilla que me tocaba agarrar como a 1 km de mi casa. Caminar no era el problema, pero sí la cantidad de veces que me persiguieron maes.

La peor fue un viejo que me persiguió de la parada hasta mi casa, jalándosela diciendo “machita vuelva a ver, vea lo que le tengo” mientras yo le rezaba a los santos que ni conozco llegar a la pulpería de la esquina del barrio para poder esconderme.

Esto podía pasar dentro y fuera del bus, en ocasiones diferentes. Un viejo asqueroso hizo a tocarnos las tetas a mi amiga y a mi pretendiendo que se iba agarrando del respaldar del asiento. Y cómo olvidar ir de pie en la hora pico, creo que ya sabemos por qué se llama así.

Después de tantos años de odiar el bus me prometí a mi misma que apenas trabajara si no me compraba carro, solo iba a viajar en Uber o en taxi. Tampoco puedo decir que con eso el acoso bajó.

Un sábado que salí de fiesta, agarré un taxi de Coopetico porque eran más “confiables”.

Desde que me monté el viejo solo se me quedaba viendo y me dijo, ¿Mami ud es lesbiana?.

Solo lo volví a ver con cara de mierda, a lo que el viejo me dice, “es que el otro día monté a dos muchachas que venían solo apretarse y meterse mano, y como uno es hombre yo tuve que parar a verlas y tocarme yo también… una se parecía a usted.”

Ahí mi expresión de odio pasó a miedo y quedé helada todo el viaje mientras seguía viéndole la cara de enfermo que se asomaba por el retrovisor.

Evento 2

Compañerismo

Toda mi vida he hecho lo que me da la gana, creo que para demostrarme que puedo hacer cualquier cosa que me proponga. Como cuando decidí meterme a estudiar programación paralelamente a diseño. Me metí con Fernando, que era mi amigo con personalidad de golden retriever que nunca mataba ni una mosca y entre otro poco de bates, yo era la única mujer. Nunca hubo nada malo en eso, hasta que en fin de cuatri decidimos ir a celebrar.

Un compañero, Fabián, solo me daba guaro, y en esa época de juventud reckless, que me dieran guaro gratis no se podía rechazar.

Ya cuando estaba en un punto elevado de mareo decidí salir por un blanco para “despejarme” aunque en realidad lo que necesitaba era una pausa de los shots de guayabeado que estaba recibiendo.

Fernando se vino detrás mío y lo que me dijo fue: "mae, ¿cómo se siente?, jale a coger” y me trató de apretar. Lo quité mientras me tambaleaba y le decía mil cosas. El mae se fue y volví a entrar con los otros bugas pensando que me iban a apadrinar.

Como Fabián solo me recetaba guaro, me dio un shot y dijo: tranquila ahí vemos cómo nos vamos ahora. Entre mis recuerdos borrosos tengo la imagen diciéndole que nos fuéramos juntos para que no le saliera tan caro el taxi hasta Cartago y que yo lo pagaba a mi choza.

Cuando llegamos a mi casa, me pidió el baño, ¿Cómo le iba a decir que no?.

Entramos y el mae me pegó al sillón tratando de quitarme la blusa y solo me decía, déjese yo sé que ud quiere, mientras yo estaba casi llorando rogándole que no me hiciera nada, y recordándole que a él no le gustaría que le hicieran eso a sus parientes mujeres, obvio le valió.

Después de demasiado forcejeo y de que se me bajara la borrachera del susto y el enojo, le dije que si no se largaba de mi casa iba a llamar a la policía. El mae se levantó, se puso el pantalón que él mismo se quitó y salió de mi casa.

Yo lloraba demasiado pensando que qué vergüenza volver a clases, y no dejaba de pensar que era mi culpa por exponerme a eso, por darle señales falsas, que seguro andaba muy chinga… mil cosas.

Evento 3

El héroe sin capa

Las celebraciones llenas de gente no importa en qué país sean, siempre dan miedo si uno es mujer, pero yo, siempre ilusa, jamás me imaginé que estando en “El primer mundo” tuviese que tener el mismo temor que tenía en Costa Rica.

Estaba celebrando año nuevo en Barcelona con mis amigos, unos decidieron ir a una disco y otros a un bar más chill. Ese plan me sonó más porque no quería enfiestarme mucho. Durante la toma de decisiones y no saber qué hacer, me separé de mis amigos que iban para la disco y entré a la estación de metro a buscar a los que iban al bar.

En la entrada un mae me empezó a decir un poco de vulgaridades que solo omití y seguí caminando, pero inmediatamente llegó otro pretendiendo ser el súper héroe que yo necesitaba. Lo empezó a putear todo, y según él, me empezó a acompañar mientras bajaba las gradas que parecían un laberinto. Ahí se activó mi primer alarma, pero ya era demasiado tarde.

El buen samaritano me empezó a arrinconar en las gradas del metro y a intentar meterme la mano entre la enagua, yo lo empujé y bajé en carrera las gradas que faltaban pero el mae me siguió persiguiendo.

Dentro de la estación y como a 20 metros de unos guardas me pegó contra una pared y me siguió intentando dar besos mientras me tocaba toda, yo estaba paralizada y mi única función útil era llorar. Lo peor es que la gente que entraba a la estación lo vio todo y no hizo nada.

Hago un agradecimiento público con las pocas palabras que aprendí de catalán: Merci malparits!

En un momento logré reaccionar y le dije temblando, suélteme o voy a gritar para que me escuchen los guardas. El mae se cagó de risa y subió como si nada hubiese pasado.

Yo quedé llorando y temblando tanto que no tuve ni fuerza para decirle nada a los de seguridad de la estación.

Llamé a mis compas, me di cuenta que me estaban esperando afuera. Les conté lo que me pasó y me convencieron que pusiera la denuncia. Todo el trayecto iba llorando, mientras unos maes que estaban de visita quedándose en mi casa iban cantando “¡Viva Saprissaaaa!”.

Cuando llegamos a denunciar y lo que me dijeron fue: "Tía, en fin de año recibimos muchas denuncias así, mejor vienes mañana”.

Estuve mucho tiempo pensando que hice un dramón y que eso no era nada, uno de mis compas solo me insistía que tenía que denunciar, y yo ya no quería recordar el momento y que además me humillaran de nuevo.

Evento 4

Son varios, pero es la misma picha

Un día me puse a pensar en los “compas” que me mandaron dick pics sin ni siquiera estar sexteando, ligando o teniendo un contexto previo en el que hubiese consentimiento para desbloquear mi celular y ver una picha parada de alguien que probablemente me voy a topar en algún lado, porque Costa Rica es un huevito.

Hay bastantes historias pero por dicha mi memoria solo almacenó algunas, evidentemente no por sus pingas hermosas y fotos artísticas, si no porque la situación siempre fue bien pasada. El primero fue Jose, el mae fue súper compa mío en mis primeros años de u. En un concierto le presenté a mi mejor amiga y se enamoraron por varios años hasta que terminaron. Él y yo seguimos siendo amigos…pero a qué costo.

Un día, estábamos hablando de la ropa que iba a usar para una fiesta, y en mi mente ilusa e ingenua pensé que estaba hablando con una compa con la que puedo discutir de un outfit super chill, evidentemente no, le mande una foto equis de mi ropa, y le dije que no estaba segura de usar eso, y me puso, “mae, se ve riquísima, es más, vea…” (inserte fotopinga no solicitada del ex de mi mejor amiga).

Luego fue Héctor, un enfermazo, el mejor amigo de mi ex. Este mae se sentía un ser superior por ser xStraight Edgex, pero con esa doble moral se pasaba culiando wilas en puteros y le daba vuelta a todas las novias que tenía y como si fuera poco, le robaba plata a la mamá.

Un día me desperté con un mensaje del mae que decía “anoche soñé que me la estaba mamando y qué bruta, deberíamos vernos” (inserte fotopinga no solicitada de un mae al que no le hablaba desde hacía 3 años).

Después está Carlos, este mae era el primo de mi otro ex, me caía súper bien, era una cagada de risa, las últimas veces que lo vi estaba todo periqueado y necio, pero buen ride.

En pandemia el mae fue como “Mae, cómo le está yendo en Barcelona? yo me siento súper solo” (inserte fotopinga del primo periquero de mi ex).

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Quisiera cerrar este texto, poner un punto final y dejarlo ahí, pero probablemente haya más eventos (y sin contar los que mi memoria ya bloqueó). También puede que pierda algunos amigos y que me defrauden algunos desconocidos.

También podría escribir más eventos, de una amiga o de otra chica. Pero también sé que van a haber otros que nunca van a ser contados, porque romper el silencio nunca será la opción más fácil. No es fácil aceptar el formar parte de esta saga infinita del acoso.