LAS ÚLTIMAS VECES

por Kevin Román
ilustración por
Ariel Bertarioni

Viernes

El último viernes que mi papá estuvo vivo recé. Recé como rezaba cuando estaba pequeño: hablé directamente con Dios con el mismo vocabulario con el que hablaba en el día a día; con la única diferencia de que chamaco no era tan malhablado. Y pues sí, me puse de rodillas a la orilla de la cama, como cuando Bart Simpson le pide a Dios que le devuelva su alma. Yo le pedí que no se llevara todavía a mi papá, que lo hiciera por mi mamá que tanto creía en Él y le había pedido todas estas noches y días que por favor lo ayudara a mejorar para que saliera de ahí y volviera a casa con nosotros para comer costillas de las que hace Valeria la de Erick. Lo dije porque supuse que luego de rezar después de haber estado tanto tiempo inactivo  y dedicando su vida a la blasfemia como Homero el hereje uno no puede llegarse así como así a decirle a Dios que ocupa algo, y me escudé entonces en mi mamá, y le dije a Dios que la escuchara a ella, le pedí por ella, para que no quedara sola, para que no perdiera al papá y al esposo en un solo año e intenté chantajear al Creador en mi rezo para que no le fallara a mi mamá, le rogué, como rogaba antes cuando rezaba de chamaco, y le pedía a Dios que me ayudara en los exámenes de la escuela y en cualquier problema que yo tuviera, solo que entonces lo hacía acostado, no de rodillas, con la cabeza baja, los ojos cerrados y las manos entrelazadas y apretadas con fuerza. No recuerdo si lloré, pero de fijo tenía los ojos muy rojos. Y el problema es que estar rezando así era como pensar, y bueno cuando uno empieza a pensar así de fuerte como yo rezaba es imposible no caer en un monólogo interno, y es claro que siempre que se está ahí uno intenta hacerse reír a uno mismo para huir de la seriedad en la que haya podido incurrir todo lo dicho o pedido. Y quizás esto invalidó mi rezo, el romper el acto de comunión con un chiste, que diría en terapia al día siguiente y haría reír al mae así pero fuerte. No sé, cuando uno piensa así de fuerte hace asociaciones y no sé por qué recordé que pronto habría elecciones y entonces le dije a Dios que yo le vendería mi alma a uno de esos partidos cristianos en nombre de Él, si me hacía el milagro de sacar a mi padre de la UCI, y humildemente ocuparía el puesto de diputado donde intentaría hacer valer Su Palabra y creo que me reí, e intenté hacer reír a Dios o no sé, creo que Él nunca se ríe, o eso me han dicho, y entonces me levanté, y como si estuviéramos en videollamada le dije que bueno, que si mi papá igual no salía supiera que yo no la iba a agarrar en contra de Él y todo eso pero que porfa, que manda, que por mi mamá y que ya, que a mí me gusta así, directo, como yo hablo cuando pido algo con confianza, como le pedía lo que fuera a mi papá, así como compas, pero a veces mi papá decía que no, porque no se podía o porque estaba cansado, y claro, se entiende, sus buenas breteadas se pegaba el mae y sus pocas dormidas.  Así fue el domingo antes de mi cumple, antes de venir a Heredia a comprarme el parlante, y los gorritos y bolsitas para mi fiesta de cumpleaños. Le dije que si me daba ride ahí como entre serio y en chingue a ver que me decía. y me dijo no sin decirlo, solo se rio con una risa que decía que qué pereza y que invitaba a no preguntar más porque con un par de intentos más lo haría. pero que ahorita preferiría no y solo descansar porque estaba lloviendo y quería estar con mi mamá, y yo entendí y me despedí ahí en la sala de nuestra casa, nos abrazamos y le di gracias por todo, y el me las dio de vuelta por haber venido/ido. Se fue a comprar unos números de la lotería, y yo jamás sospecharía que esa iba a ser la última vez que nos veríamos y nos sentiríamos. Creo que así fue como recé esa vez, como entre en serio y en broma, y tal vez si hubiera pedido con más insistencia, fervor y humildad, Dios sí habría cumplido mi petición de escuchar las peticiones de mi mamá sobre sacar a mi papá de allá. No recuerdo cómo cerré mi oración esa vez, si me persigné, o simplemente le dije a Dios que lo que siguiera ya no era parte del rezo, y era solo yo con mis pensamientos.

(Este es un adelanto de la primera novela del autor: Estás ganando, hijo?. Una exploración respecto a la memoria, el luto y lo inclemente de la vida, que nada más sigue).